Azorín Periodista
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jueves, diciembre 5
Sobre el paraguas rojo de Azorín
Publicado en Información de Alicante el lunes 14 de octubre del 2013
Marino Gómez Santos, Premio Nacional de Literatura, centra su ponencia en el III Congreso Internacional del periodista alicantino sobre el supuesto símbolo anarquista del autor de Castilla, defendido y desmentido por críticos de uno u otro bando.
Ante las versiones de si Azorín fue un escritor conservador, moderado, «chaquetero a bien de todos», que dijo Francisco Umbral, lo cierto es que el periodista alicantino atravesó una profunda etapa de anarquismo literario, antes y después de 1898, que le acarreó diversos problemas. Entre ellos, su expulsión y despido del diario El País, dirigido por el siempre controvertido personaje Alejandro Lerroux, debido a sus artículos incendiarios contra el matrimonio, la patria, la iglesia y la clase política.
Era el Azorín de monóculo, capa y paraguas rojo, supuesto símbolo de su extremismo e inconformismo político, «con el que se paseaba para provocar a los burgueses y a los escritores famosos apoltronados en los cafés de la calle Alcalá», según esgrime el articulista valenciano Manuel Vicent.
Sea como fuere, desde entonces, estudiosos de uno u otro bando han aportado su opinión sobre el asunto, y precisamente de este marco parte la próxima ponencia del ovetense Marino Gómez Santos, Premio Nacional de Literatura, en el III Congreso Internacional de Azorín que se celebra en Monóvar (organizado por la Obra Social CAM, la Diputación de Alicante y el Ayuntamiento de la localidad, en colaboración con la Universidad de Alicante y el Cefire de Elda).
Según Gómez Santos, lo del paraguas rojos no es más que una leyenda, una anécdota sin importancia y validez. «Con todo, voy a presentar una serie de documentos que desmienten el uso de este famoso paraguas rojo de Azorín, que se ha llegado a convertir en un tópico, pero que no existió», asegura este investigador quien trató personalmente con Azorín, acompañándole al cine y al teatro, siendo además autor de una extensa obra con biografías imprescindibles sobre algunos de los intelectuales españoles más destacados como Gregorio Marañón, Pío Baroja o Severo Ochoa.
«Azorín enseñó a escribir a toda una generación, a todos. A los que le admiramos y a los que no lo hacen. Lo suyo fue un cambio radical en el párrafo español. El castellano termina siempre haciendo colas de pescado, y Azorín era la concisión», agrega Marino Gómez Santos, quien elogia muy especialmente el perfil periodístico de José Martínez Ruiz: «Me gusta sobre todo el Azorín periodista fundido a escritor, como en La ruta de Don Quijote. Es una delicia, son las crónicas para El Imparcial, que demuestran que un periodismo bien escrito se transforma en género literario. Porque el periodismo bien hecho permanece, mientras que el resto, el de aquí y ahora, sirve para hoy y al día siguiente está muerto».
ARANJUEZ
El III Congreso Internacional de Azorín, que tiene lugar hasta el próximo 18 de octubre, parte en esta edición del centenario del Homenaje en Aranjuez, con la que intelectuales como Ortega y Gasset o Juan Ramón Jiménez reivindicaron un puesto para Azorín en la Real Academia Española, en noviembre de 1913, tras negarle el acceso y facilitárselo a otro autor de dudoso talento literario.
«Juan Navarro Reverter era ingeniero de montes, literato y como político, senador vitalicio, ministro de Hacienda, de Estado y Presidente del Consejo de Estado. Por tanto, un personaje muy influyente. La influencia es fundamental para el ingreso en las Reales Academias, mucho más que la importancia de la obra publicada como novelista, poeta o periodista. En aquel momento, Azorín no podía competir con la fuerza que la política favorecía a Navarro Reverter, puesto que en el ingreso en las Reales Academias prima muchas veces la política. No obstante, los intelectuales, en desagravio, organizaron el Homenaje a Azorín en los Jardines de Aranjuez, con Ortega y Juan Ramón Jiménez al frente. Hubo de pasar una década para que Azorín sucediera a Navarro Reverter en la RAE. Por la puerta de la Academia no alcanzan la posteridad los grandes escritores. Son muchos los nombres de académicos que no trascienden de las páginas de sus Anuarios. Y sin embargo, han sido desestimados como miembros de la RAE Samaniego, Moratín, el Padre Isla, Estébanez Calderón, Espronceda, Larra, Bécquer, Leopoldo Alas, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez, Julio Camba, el alicantino Gabriel Miró,que motivaría que Azorín no volviera a la AcademiaRamón Gómez de la Serna y Federico García Lorca, entro otros», apunta.
Bajo la dirección científica del profesor Miguel Ángel Lozano, de la Universidad de Alicante, estas jornadas azorinianas resaltan además por otras intervenciones como las de Soledad Puértolas (de la Real Academia Española); Paül Limorti, (Azorín vist per Joan Fuster); José Ferrándiz Lozano (Tierra, muertos y Generación del 98: remedios para una teoría nacionalista); Dolores Thion Soriano-Mollá, de la Universidad de Pau; o Christian Manso, medalla honorífica de Azorín. También está prevista la presentación del libro Ante Baroja, del investigador Francisco Fuster; y una comida-tertulia moderada por José Luis Lindo, cronista oficial de Aranjuez.
Marino Gómez Santos, Premio Nacional de Literatura, centra su ponencia en el III Congreso Internacional del periodista alicantino sobre el supuesto símbolo anarquista del autor de Castilla, defendido y desmentido por críticos de uno u otro bando.
Ante las versiones de si Azorín fue un escritor conservador, moderado, «chaquetero a bien de todos», que dijo Francisco Umbral, lo cierto es que el periodista alicantino atravesó una profunda etapa de anarquismo literario, antes y después de 1898, que le acarreó diversos problemas. Entre ellos, su expulsión y despido del diario El País, dirigido por el siempre controvertido personaje Alejandro Lerroux, debido a sus artículos incendiarios contra el matrimonio, la patria, la iglesia y la clase política.
Era el Azorín de monóculo, capa y paraguas rojo, supuesto símbolo de su extremismo e inconformismo político, «con el que se paseaba para provocar a los burgueses y a los escritores famosos apoltronados en los cafés de la calle Alcalá», según esgrime el articulista valenciano Manuel Vicent.
Sea como fuere, desde entonces, estudiosos de uno u otro bando han aportado su opinión sobre el asunto, y precisamente de este marco parte la próxima ponencia del ovetense Marino Gómez Santos, Premio Nacional de Literatura, en el III Congreso Internacional de Azorín que se celebra en Monóvar (organizado por la Obra Social CAM, la Diputación de Alicante y el Ayuntamiento de la localidad, en colaboración con la Universidad de Alicante y el Cefire de Elda).
Según Gómez Santos, lo del paraguas rojos no es más que una leyenda, una anécdota sin importancia y validez. «Con todo, voy a presentar una serie de documentos que desmienten el uso de este famoso paraguas rojo de Azorín, que se ha llegado a convertir en un tópico, pero que no existió», asegura este investigador quien trató personalmente con Azorín, acompañándole al cine y al teatro, siendo además autor de una extensa obra con biografías imprescindibles sobre algunos de los intelectuales españoles más destacados como Gregorio Marañón, Pío Baroja o Severo Ochoa.
«Azorín enseñó a escribir a toda una generación, a todos. A los que le admiramos y a los que no lo hacen. Lo suyo fue un cambio radical en el párrafo español. El castellano termina siempre haciendo colas de pescado, y Azorín era la concisión», agrega Marino Gómez Santos, quien elogia muy especialmente el perfil periodístico de José Martínez Ruiz: «Me gusta sobre todo el Azorín periodista fundido a escritor, como en La ruta de Don Quijote. Es una delicia, son las crónicas para El Imparcial, que demuestran que un periodismo bien escrito se transforma en género literario. Porque el periodismo bien hecho permanece, mientras que el resto, el de aquí y ahora, sirve para hoy y al día siguiente está muerto».
ARANJUEZ
El III Congreso Internacional de Azorín, que tiene lugar hasta el próximo 18 de octubre, parte en esta edición del centenario del Homenaje en Aranjuez, con la que intelectuales como Ortega y Gasset o Juan Ramón Jiménez reivindicaron un puesto para Azorín en la Real Academia Española, en noviembre de 1913, tras negarle el acceso y facilitárselo a otro autor de dudoso talento literario.
«Juan Navarro Reverter era ingeniero de montes, literato y como político, senador vitalicio, ministro de Hacienda, de Estado y Presidente del Consejo de Estado. Por tanto, un personaje muy influyente. La influencia es fundamental para el ingreso en las Reales Academias, mucho más que la importancia de la obra publicada como novelista, poeta o periodista. En aquel momento, Azorín no podía competir con la fuerza que la política favorecía a Navarro Reverter, puesto que en el ingreso en las Reales Academias prima muchas veces la política. No obstante, los intelectuales, en desagravio, organizaron el Homenaje a Azorín en los Jardines de Aranjuez, con Ortega y Juan Ramón Jiménez al frente. Hubo de pasar una década para que Azorín sucediera a Navarro Reverter en la RAE. Por la puerta de la Academia no alcanzan la posteridad los grandes escritores. Son muchos los nombres de académicos que no trascienden de las páginas de sus Anuarios. Y sin embargo, han sido desestimados como miembros de la RAE Samaniego, Moratín, el Padre Isla, Estébanez Calderón, Espronceda, Larra, Bécquer, Leopoldo Alas, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez, Julio Camba, el alicantino Gabriel Miró,que motivaría que Azorín no volviera a la AcademiaRamón Gómez de la Serna y Federico García Lorca, entro otros», apunta.
Bajo la dirección científica del profesor Miguel Ángel Lozano, de la Universidad de Alicante, estas jornadas azorinianas resaltan además por otras intervenciones como las de Soledad Puértolas (de la Real Academia Española); Paül Limorti, (Azorín vist per Joan Fuster); José Ferrándiz Lozano (Tierra, muertos y Generación del 98: remedios para una teoría nacionalista); Dolores Thion Soriano-Mollá, de la Universidad de Pau; o Christian Manso, medalla honorífica de Azorín. También está prevista la presentación del libro Ante Baroja, del investigador Francisco Fuster; y una comida-tertulia moderada por José Luis Lindo, cronista oficial de Aranjuez.
miércoles, mayo 8
Motín por Azorín y contra la RAE
Publicado en Información de Alicante, el 29 de abril del 2013.
Aranjuez acogió en 1913 a un nutrido grupo de intelectuales que exigieron un puesto para el escritor alicantino en la Real Academia Española. 100 años después, la ciudad madrileña constituye una comisión para recordar aquel homenaje.
Hace 100 años, Azorín era ya un escritor consagrado, y había publicado algunos de sus libros más significativos y más elogiados, como Castilla y Clásicos y modernos. Y fue entonces, en 1913, cuando apadrinado por Antonio Maura, Azorín aspiraba a una vacante de la Real Academia Española. Sin embargo, pese a sus méritos, sus libros, y el reconocimiento unánime de la crítica y escritores, el periodista alicantino no fue finalmente elegido, y la plaza la ocupó un político de dudosa carrera literaria, Juan Navarro Reverter.
Aquel acontecimiento suscitó todo tipo de críticas y polémicas, que motivó la intervención de intelectuales de peso como Ortega y Gasset o Juan Ramón Jiménez. Y así se organizó la denominada Fiesta de Aranjuez, en la que un nutrido grupo de intelectuales dieron su apoyo a Azorín, dando a conocer su deseo expreso para que el escritor alicantino fuera académico.
En noviembre de 1923, Ortega y Gasset escribía: "Al anunciar hoy El País la fiesta modestísima que vamos a dedicar a Azorín, da al homenaje un carácter turbulento que, en opinión de algunos entre los iniciadores, ni tiene ni es bueno que tenga. [...] Mas se trata, no de darnos el buen sabor de disparar unos cuantos adjetivos contra la venerable institución, sino de marcar simplemente nuestro justificado deseo de que Azorín sea académico. Porque parece fuera de duda que algunas páginas de este escritor seguirán irradiando noble emoción estética dentro de algunos siglos. Luego, cuando el tiempo pasa, se sonrojan los españoles de haber dejado vivir en el olvido y el desdén a sus mejores artistas".
El texto citado por el profesor José Montero Padilla, y publicado en el Centro Virtual Cervantes, desvela la relevancia de una cita histórica a la que acudieron más de 50 artistas, periodistas y escritores, como Francisco Acebal, Corpus Barga, Manuel Bartolomé Cossío, Enrique Díez-Canedo, Luis Fernández Ardavín, Fernando Fortún, Luis Gabaldón, Victoriano García Martí, Ramón Gómez de la Serna, Alberto Jiménez Fraud, Francisco A. de Icaza, Enrique de Mesa, Víctor Said Armesto o Pedro Salinas.
La comisión
Ahora, 100 años después, Aranjuez ha constituido una comisión organizadora para recordar aquel homenaje a Azorín. Y es, según el cronista oficial de la ciudad madrileña, José Luis Lindo, el primer paso para la publicación de distintos libros, la colocación de una placa oficial que conmemore la efeméride, la propuesta oficial para que el Ayuntamiento de Aranjuez dedique una calle a Azorín y, por supuesto, la puesta en marcha para un ciclo de conferencias y actividades culturales sobre la denominada Fiesta de Aranjuez.
"No nos convoca solo la obra o la biografía de Azorín, nos convocan todos los asistentes que participaron en aquel acto de 1913: tanto los que asistieron como los que enviaron sus notas y telegramas de adhesión; los que lo comentaron antes y, sobre todo, después, y los que aún hoy, pasados 100 años, se conmueven con la rememoración de aquella manifestación de solidaridad y compromiso. Nos mueve también el barrunto de un tiempo con espinas, de un tiempo en alguna forma parecido a aquel de hace 100 años, donde la sociedad pierde pie y se hunde lentamente en el desconcierto, el pesimismo y la pobreza", señala la comisión en un documento oficial de trabajo.
Según Lindo, cronista oficial de Aranjuez, "aquella elección de Aranjuez por los intelectuales conmueve hoy nuestra conciencia ciudadana y nos convoca, primero; a agradecer aquella noble y ennoblecedora elección, y segundo; a sentirnos responsables, como aquellos de ayer, para en la figura de Azorín y de los hombres y mujeres del 98, del 14 y del 27".
El discurso que el escritor y periodista monovero dedicó el 23 de noviembre de 1913 se puede consultar en el blog oficial de la comisión (azorinaranjuez.blogspot.com), y lo cierto es que algunos de los pasajes que leyó Azorín son hoy de una vigencia absoluta: "La inanición va minando, poco a poco, las generaciones de labriegos. Como con una hoz, son segadas las vidas por la tuberculosis. En las míseras casillas de los pueblos donde estos hombres viven, no hay lumbre ni pan; los hijos de estos hombres no tienen escuelas donde aprender los rudimentos de la instrucción. Al igual que en el siglo XVII, cuando los moriscos fueron expulsados de España, estos labriegos, con sus mujeres, con sus niños, pálidos, extenuados, cubiertos de andrajos, peregrinan en bandadas por los caminos en busca del lejano mar: el lejano mar por el que han de caminar a morir lejos de esta tierra por la que penaron".
La Fiesta de Aranjuez tuvo una indudable repercusión que, sin embargo, no cumplió su verdadero objetivo hasta unos años después, ya que Azorín no ingresó en la RAE hasta 1924, cuando fue finalmente elegido, según rememora el hispanista Inman Fox en su prólogo e introducción de Castilla en 1991.
Aranjuez acogió en 1913 a un nutrido grupo de intelectuales que exigieron un puesto para el escritor alicantino en la Real Academia Española. 100 años después, la ciudad madrileña constituye una comisión para recordar aquel homenaje.
Hace 100 años, Azorín era ya un escritor consagrado, y había publicado algunos de sus libros más significativos y más elogiados, como Castilla y Clásicos y modernos. Y fue entonces, en 1913, cuando apadrinado por Antonio Maura, Azorín aspiraba a una vacante de la Real Academia Española. Sin embargo, pese a sus méritos, sus libros, y el reconocimiento unánime de la crítica y escritores, el periodista alicantino no fue finalmente elegido, y la plaza la ocupó un político de dudosa carrera literaria, Juan Navarro Reverter.
Aquel acontecimiento suscitó todo tipo de críticas y polémicas, que motivó la intervención de intelectuales de peso como Ortega y Gasset o Juan Ramón Jiménez. Y así se organizó la denominada Fiesta de Aranjuez, en la que un nutrido grupo de intelectuales dieron su apoyo a Azorín, dando a conocer su deseo expreso para que el escritor alicantino fuera académico.
En noviembre de 1923, Ortega y Gasset escribía: "Al anunciar hoy El País la fiesta modestísima que vamos a dedicar a Azorín, da al homenaje un carácter turbulento que, en opinión de algunos entre los iniciadores, ni tiene ni es bueno que tenga. [...] Mas se trata, no de darnos el buen sabor de disparar unos cuantos adjetivos contra la venerable institución, sino de marcar simplemente nuestro justificado deseo de que Azorín sea académico. Porque parece fuera de duda que algunas páginas de este escritor seguirán irradiando noble emoción estética dentro de algunos siglos. Luego, cuando el tiempo pasa, se sonrojan los españoles de haber dejado vivir en el olvido y el desdén a sus mejores artistas".
El texto citado por el profesor José Montero Padilla, y publicado en el Centro Virtual Cervantes, desvela la relevancia de una cita histórica a la que acudieron más de 50 artistas, periodistas y escritores, como Francisco Acebal, Corpus Barga, Manuel Bartolomé Cossío, Enrique Díez-Canedo, Luis Fernández Ardavín, Fernando Fortún, Luis Gabaldón, Victoriano García Martí, Ramón Gómez de la Serna, Alberto Jiménez Fraud, Francisco A. de Icaza, Enrique de Mesa, Víctor Said Armesto o Pedro Salinas.
La comisión
Ahora, 100 años después, Aranjuez ha constituido una comisión organizadora para recordar aquel homenaje a Azorín. Y es, según el cronista oficial de la ciudad madrileña, José Luis Lindo, el primer paso para la publicación de distintos libros, la colocación de una placa oficial que conmemore la efeméride, la propuesta oficial para que el Ayuntamiento de Aranjuez dedique una calle a Azorín y, por supuesto, la puesta en marcha para un ciclo de conferencias y actividades culturales sobre la denominada Fiesta de Aranjuez.
"No nos convoca solo la obra o la biografía de Azorín, nos convocan todos los asistentes que participaron en aquel acto de 1913: tanto los que asistieron como los que enviaron sus notas y telegramas de adhesión; los que lo comentaron antes y, sobre todo, después, y los que aún hoy, pasados 100 años, se conmueven con la rememoración de aquella manifestación de solidaridad y compromiso. Nos mueve también el barrunto de un tiempo con espinas, de un tiempo en alguna forma parecido a aquel de hace 100 años, donde la sociedad pierde pie y se hunde lentamente en el desconcierto, el pesimismo y la pobreza", señala la comisión en un documento oficial de trabajo.
Según Lindo, cronista oficial de Aranjuez, "aquella elección de Aranjuez por los intelectuales conmueve hoy nuestra conciencia ciudadana y nos convoca, primero; a agradecer aquella noble y ennoblecedora elección, y segundo; a sentirnos responsables, como aquellos de ayer, para en la figura de Azorín y de los hombres y mujeres del 98, del 14 y del 27".
El discurso que el escritor y periodista monovero dedicó el 23 de noviembre de 1913 se puede consultar en el blog oficial de la comisión (azorinaranjuez.blogspot.com), y lo cierto es que algunos de los pasajes que leyó Azorín son hoy de una vigencia absoluta: "La inanición va minando, poco a poco, las generaciones de labriegos. Como con una hoz, son segadas las vidas por la tuberculosis. En las míseras casillas de los pueblos donde estos hombres viven, no hay lumbre ni pan; los hijos de estos hombres no tienen escuelas donde aprender los rudimentos de la instrucción. Al igual que en el siglo XVII, cuando los moriscos fueron expulsados de España, estos labriegos, con sus mujeres, con sus niños, pálidos, extenuados, cubiertos de andrajos, peregrinan en bandadas por los caminos en busca del lejano mar: el lejano mar por el que han de caminar a morir lejos de esta tierra por la que penaron".
La Fiesta de Aranjuez tuvo una indudable repercusión que, sin embargo, no cumplió su verdadero objetivo hasta unos años después, ya que Azorín no ingresó en la RAE hasta 1924, cuando fue finalmente elegido, según rememora el hispanista Inman Fox en su prólogo e introducción de Castilla en 1991.
lunes, abril 22
¿Y por qué Azorín no tuvo hijos?
Artículo publicado en Información de Alicante, el viernes 8 de octubre del 2010, tras concederse el Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa.
FOTO: Mario Vargas Llosa ojea algunos libros de la biblioteca de Azorín en Monóvar, en su Casa-Museo de la Obra Social CAM.
Mario Vargas Llosa visitó por primera vez la Casa Museo Azorín de la CAM en Monóvar en el verano de 1993. Eran por entonces días de mucho calor, motivo por el que incluso se le invitó al escritor peruano a posponer en meses venideros aquella cita cuando llamó su biógrafo. Pero fue en ese instante cuando el autor de Conversación en la catedral tomó el teléfono y dijo: "Hola, soy Mario Vargas Llosa. ¿Cuándo podría conocer la casa y biblioteca de Azorín?". "Cuando usted quiera". "Pues mañana". Y así fue.
Vargas Llosa pasó algo más de cuatro horas recorriendo el hogar de José Martínez Ruiz, y parecía no fatigarse nunca, según relatan las personas que le acompañaron. Era como un niño rodeado de caramelos, sólo que éste no cesaba de preguntar: religión, manías, pautas de trabajo, vida familiar, la vieja máquina de escribir, sus epístolas con otros escritores, sus cuadros... Quizás el momento más íntimo fue cuando le entregaron la llave que abre la biblioteca azoriniana que contiene miles de volúmenes del maestro de Monóvar. Libros de un valor incalculable, no ya por su antigüedad, sino por las entrañables dedicatorias que amigos como Ortega y Gasset, Pío Baroja, Valle-Inclán o Gómez de la Serna sellaron en sus páginas.
A Vargas Llosa se le veía especialmente emocionado, y conforme aumentaba su sed de conocimientos, acortaba los silencios protocolarios entre pregunta formulada y respuesta recibida. Resultó muy difícil despegarle de la casa, de los libros y de las dudas que se le amontonaban cuando llegó la hora de la comida. Fue entonces cuando la mujer de Mario Vargas Llosa desveló, pegada al oído del director del museo, uno de los secretos más apreciados por todo escritor: "Que sepa usted, don José, que Mario siempre guarda un libro de Azorín en su mesilla de noche".
Sin embargo, la mayor sorpresa no estalló hasta que Vargas Llosa, con un tono de voz pausado, como requiriendo intimidad, soltó una de las cuestiones que más le preocupaban desde que pisó Monóvar: "¿Y por qué Azorín no tuvo hijos?", preguntó en alto.
Según reconoció, Vargas Llosa andaba por esos días obsesionado por la sexualidad en Azorín y Borges, una temática que consideraba necesaria para conocer la vida de un escritor. Sea como fuere, lo cierto es que el sexo es un asunto muy recurrente en las novelas de Vargas Llosa. Obras como El paraíso en la otra esquina o Travesuras de la niña mala ahondan precisamente en esta cuestión. Pero aún hay más, porque el escritor peruano tuvo un extraño matrimonio al casarse con una prima hermana suya, algo no muy habitual.
"Afuera de la maciza casa de piedra con balcones y cancela de hierro, a la que se asocian más de treinta años de vida de Azorín, arde un sol de espanto que amenaza con incendiar el pueblo levantino y abrasar los limoneros y las barras de contorno y convertirnos en llamas a sus visitantes. Mis acompañantes sudan la gota gorda y están a punto de desplomarse, deshidratados y exhaustos. Pero José Payá Bernabé sigue, incansable, mostrando repisas y sillones, explicando cuadros, desvelando antiguallas, glosando cartas, señalando bastones y chisteras y yo, fiel y próximo como su sombra, no pierdo sílaba de lo que dice", escribió Vargas Llosa tras su visita en el periódico El País y La República de Roma.
Con todos los misterios que encerró su visita a la Casa Museo Azorín de la CAM en Monóvar, en 1996 todos ellos se destaparon cuando se descubrió que su discurso de ingreso a la Real Academia Española se lo dedicó al autor de La Voluntad con palabras como estas: "La Ruta de don Quijote, de Azorín, es uno de los más hechiceros libros que he leído. Aunque hubiera sido el único que escribió, él sólo bastaría para hacer de Azorín uno de los más elegantes artesanos de nuestra lengua".
FOTO: Mario Vargas Llosa ojea algunos libros de la biblioteca de Azorín en Monóvar, en su Casa-Museo de la Obra Social CAM.
Mario Vargas Llosa visitó por primera vez la Casa Museo Azorín de la CAM en Monóvar en el verano de 1993. Eran por entonces días de mucho calor, motivo por el que incluso se le invitó al escritor peruano a posponer en meses venideros aquella cita cuando llamó su biógrafo. Pero fue en ese instante cuando el autor de Conversación en la catedral tomó el teléfono y dijo: "Hola, soy Mario Vargas Llosa. ¿Cuándo podría conocer la casa y biblioteca de Azorín?". "Cuando usted quiera". "Pues mañana". Y así fue.
Vargas Llosa pasó algo más de cuatro horas recorriendo el hogar de José Martínez Ruiz, y parecía no fatigarse nunca, según relatan las personas que le acompañaron. Era como un niño rodeado de caramelos, sólo que éste no cesaba de preguntar: religión, manías, pautas de trabajo, vida familiar, la vieja máquina de escribir, sus epístolas con otros escritores, sus cuadros... Quizás el momento más íntimo fue cuando le entregaron la llave que abre la biblioteca azoriniana que contiene miles de volúmenes del maestro de Monóvar. Libros de un valor incalculable, no ya por su antigüedad, sino por las entrañables dedicatorias que amigos como Ortega y Gasset, Pío Baroja, Valle-Inclán o Gómez de la Serna sellaron en sus páginas.
A Vargas Llosa se le veía especialmente emocionado, y conforme aumentaba su sed de conocimientos, acortaba los silencios protocolarios entre pregunta formulada y respuesta recibida. Resultó muy difícil despegarle de la casa, de los libros y de las dudas que se le amontonaban cuando llegó la hora de la comida. Fue entonces cuando la mujer de Mario Vargas Llosa desveló, pegada al oído del director del museo, uno de los secretos más apreciados por todo escritor: "Que sepa usted, don José, que Mario siempre guarda un libro de Azorín en su mesilla de noche".
Sin embargo, la mayor sorpresa no estalló hasta que Vargas Llosa, con un tono de voz pausado, como requiriendo intimidad, soltó una de las cuestiones que más le preocupaban desde que pisó Monóvar: "¿Y por qué Azorín no tuvo hijos?", preguntó en alto.
Según reconoció, Vargas Llosa andaba por esos días obsesionado por la sexualidad en Azorín y Borges, una temática que consideraba necesaria para conocer la vida de un escritor. Sea como fuere, lo cierto es que el sexo es un asunto muy recurrente en las novelas de Vargas Llosa. Obras como El paraíso en la otra esquina o Travesuras de la niña mala ahondan precisamente en esta cuestión. Pero aún hay más, porque el escritor peruano tuvo un extraño matrimonio al casarse con una prima hermana suya, algo no muy habitual.
"Afuera de la maciza casa de piedra con balcones y cancela de hierro, a la que se asocian más de treinta años de vida de Azorín, arde un sol de espanto que amenaza con incendiar el pueblo levantino y abrasar los limoneros y las barras de contorno y convertirnos en llamas a sus visitantes. Mis acompañantes sudan la gota gorda y están a punto de desplomarse, deshidratados y exhaustos. Pero José Payá Bernabé sigue, incansable, mostrando repisas y sillones, explicando cuadros, desvelando antiguallas, glosando cartas, señalando bastones y chisteras y yo, fiel y próximo como su sombra, no pierdo sílaba de lo que dice", escribió Vargas Llosa tras su visita en el periódico El País y La República de Roma.
Con todos los misterios que encerró su visita a la Casa Museo Azorín de la CAM en Monóvar, en 1996 todos ellos se destaparon cuando se descubrió que su discurso de ingreso a la Real Academia Española se lo dedicó al autor de La Voluntad con palabras como estas: "La Ruta de don Quijote, de Azorín, es uno de los más hechiceros libros que he leído. Aunque hubiera sido el único que escribió, él sólo bastaría para hacer de Azorín uno de los más elegantes artesanos de nuestra lengua".
martes, abril 16
Azorín: primera crónica telegráfica de España y humillación periodística en París
Azorín, corresponsal de ABC en la I Guerra Mundial, envió la primera crónica telegráfica a un periódico español cuando cubría el viaje de Alfonso XIII en París. De aquel regio viaje, Azorín escribió y transmitió hasta 11 crónicas, pegadas a la realidad y alejadas de toda pompa adulatoria. Y, quizás, este fue el desencadenante para que el Gobierno francés condecorara a todos los periodistas menos a Azorín y su compañero, Álvaro Calzado.
"En mayo de 1905, con motivo del primer viaje del rey a París y Londres, ABC, que entonces comenzaba a publicarse, nos envió de cronistas a Álvaro Calzado y a mí. ABC hizo entonces un espléndido alarde de información. Recuerdo que un solo telegrama, en que a la una de la madrugada transmitía yo una crónica mía, hablando de la función en la Comédie française, costó 800 francos. Pues bien, toda la muchedumbre de cronistas, informadores, reporteros, fotógrafos, que hicieron el viaje a París fueron condecorados por el Gobierno francés. Todos, no; hubo dos excepciones: Álvaro Calzado y yo; Calzado y yo, que precisamente nos habíamos distinguido en la tarea de informadores entusiastas y minuciosos; Calzado y yo, a quienes no se consideraba a la altura de los demás estimados compañeros, fotógrafos, informadores, etc... Esto es lo que yo debo a la Francia oficial. Justo es añadir que a la Francia intelectual, literaria, le debo mucho".
¿Pero qué fue lo que ocurrió para que Francia condecorara a todos periodistas, a excepción de Azorín y su compañero de ABC?
Pues resulta que en el viaje de Alfonso XIII en París, con el propósito de buscar esposa, sufrió un atentado. Fue el 31 de mayo, a su regreso de la función en la Gran Ópera. Tras la explosión, se dio noticia en todo el mundo con "proporciones desmesuradas".
En cambio, Azorín, con una "objetividad fotográfica", como señaló el profesor Valverde, escribió:
"Yo he ido al sitio donde cayó la bomba, hoy, jueves, a las doce. Un compacto grupo se renovaba incesantemente en el centro de la calle. Llegaban damas en automóviles eléctricos y en landós blasonados, que miraban un momento la leve huella y volvían a partir. Y esta huella es sencillamente un pequeño hoyo abierto en el pavimento de madera y cubierto de arena fresca. Los curiosos meten en él sus bastones, pretendiendo sondarlo. No se podría plantar en él una diminuta planta de claveles. Es muy probable que, a caer debajo del coche regio, no hubiera hecho más que causar daños en éste sin llegar a la persona del monarca. Y eso es todo".
"En mayo de 1905, con motivo del primer viaje del rey a París y Londres, ABC, que entonces comenzaba a publicarse, nos envió de cronistas a Álvaro Calzado y a mí. ABC hizo entonces un espléndido alarde de información. Recuerdo que un solo telegrama, en que a la una de la madrugada transmitía yo una crónica mía, hablando de la función en la Comédie française, costó 800 francos. Pues bien, toda la muchedumbre de cronistas, informadores, reporteros, fotógrafos, que hicieron el viaje a París fueron condecorados por el Gobierno francés. Todos, no; hubo dos excepciones: Álvaro Calzado y yo; Calzado y yo, que precisamente nos habíamos distinguido en la tarea de informadores entusiastas y minuciosos; Calzado y yo, a quienes no se consideraba a la altura de los demás estimados compañeros, fotógrafos, informadores, etc... Esto es lo que yo debo a la Francia oficial. Justo es añadir que a la Francia intelectual, literaria, le debo mucho".
¿Pero qué fue lo que ocurrió para que Francia condecorara a todos periodistas, a excepción de Azorín y su compañero de ABC?
Pues resulta que en el viaje de Alfonso XIII en París, con el propósito de buscar esposa, sufrió un atentado. Fue el 31 de mayo, a su regreso de la función en la Gran Ópera. Tras la explosión, se dio noticia en todo el mundo con "proporciones desmesuradas".
En cambio, Azorín, con una "objetividad fotográfica", como señaló el profesor Valverde, escribió:
"Yo he ido al sitio donde cayó la bomba, hoy, jueves, a las doce. Un compacto grupo se renovaba incesantemente en el centro de la calle. Llegaban damas en automóviles eléctricos y en landós blasonados, que miraban un momento la leve huella y volvían a partir. Y esta huella es sencillamente un pequeño hoyo abierto en el pavimento de madera y cubierto de arena fresca. Los curiosos meten en él sus bastones, pretendiendo sondarlo. No se podría plantar en él una diminuta planta de claveles. Es muy probable que, a caer debajo del coche regio, no hubiera hecho más que causar daños en éste sin llegar a la persona del monarca. Y eso es todo".
China se interesa por el legado de Azorín
Las obras Castilla y Los pueblos del periodista y escritor monovero despiertan el interés de una editorial del país asiático y se traducen por primera vez al mandarín. (TEXTO: ÁFRICA PRADO)
Casi medio siglo después de su muerte, José Martínez Ruiz Azorín (Monóvar, 1873-1967) está más vivo que nunca y dos de sus ensayos más conocidos: -Castilla (1912) y Los pueblos (1905)- viajan a Oriente para ser traducidos por primera vez al chino, proceso que está llevando a cabo una editorial de este país y que prevé publicarse en breve.
La lectura de Azorín en chino se suma a los cerca de una docena de idiomas a los que han sido traducidas las obras de este ilustre alicantino escritor, periodista y dramaturgo perteneciente a la Generación del 98.
Varias de sus novelas y ensayos han sido ya trasladados al alemán, italiano, francés, holandés o japonés pero, lejos de decrecer el interés por su obra en otros países, no dejan de incrementarse las peticiones para su traducción a otras lenguas, según señala José Payá, director de la Casa Museo de Azorín, propiedad de la Obra Social Caja Mediterráneo, que adquirió los derechos de autor de la obra del escritor en 1989, hasta el año 2047.
En los últimos años, La isla sin aurora (1958) ha sido traducida al italiano; Capricho (1943) y Superrealismo (1929) al francés; Doña Inés (1925) al griego, Visión de España (1941) al serbio y El enfermo y Agenda, al valenciano.
"Su obra se ha llevado a idiomas que ni él mismo habría pensado nunca que se traduciría", apunta Payá, y ello obedece a que "empieza a interesar al gran público y por eso empieza a ser traducido". "Lejos de ser una figura que se va apagando, está cobrando una vitalidad única con respecto a otros de sus compañeros de la Generación del 98", añade el director de la Casa Museo del autor monovero, desde donde se han alentado publicaciones y traducciones de sus obras.
Aunque Payá señala que Azorín nunca ha perdido su perspectiva de escritor universal, su obra ha ido ganando terreno en países e idiomas inéditos hasta ahora. "No sé si será el autor alicantino más traducido, pero sí uno de los primeros y con visos de ir a más en el futuro", indica. Comparada su obra con la de Miguel Hernández, por ejemplo, es mucho mayor la de Azorín, quien escribió más de 140 libros, cerca de 6.000 artículos periodísticos y más de 400 cuentos.
Son varios los motivos que influyen en esta vitalidad que adopta su obra, en primer lugar, desde la adquisición de los derechos de la Obra Social Caja Mediterráneo, "fundamental" para impulsar a partir de 1989 las publicaciones de un autor del que, sin embargo, el primer centenario de su nacimiento fue celebrado de forma "gris" en 1973. A partir de los años 80 va ganando adeptos y resiste el fuego cruzado del análisis de sus textos como dramaturgo, periodista, ensayista, cuentista o novelista "porque su obra es apta para la relectura y permite diversas interpretaciones", añade Payá.
Las Cortes Valencianas declaran en 1998 el Año Azorín, fecha también clave para la revalorización de su figura, con el inicio de seminarios, congresos y exposiciones en su honor. Previamente, en 1996, el escritor Mario Vargas Llosa elige a Azorín para pronunciar su discurso de ingreso en la Real Academia Española "y se consigue con ello que muchos lectores de Vargas Llosa, que son millones, empiecen a simpatizar con la obra de Azorín".
Fruto de ello y del trabajo de profesores de las universidades de Alicante, Murcia y Valencia llevan a que "hoy se esté investigando a Azorín más que nunca. En 2012 se elaboraron más de un centenar de proyectos de investigación, entre tesinas, y tesis doctorales, sobre Azorín", apunta Payá, que añade que todo ello permite ahondar en otros aspectos del Azorín distinto al novelista, como el periodista, o su obra relacionada con el cine, aún pendiente de conclusión.
NUEVAS EDICIONES
La edición y reedición de textos de Azorín, otro ejemplo de la vitalidad de su escritura, no cesa. Alianza Editorial ha publicado recientemente nuevos ejemplares de Castilla y de La ruta de Don Quijote; acaba de realizarse una reedición de más de 20.000 ejemplares de El político en México y otra por Cátedra de su novela-dietario Diario de un enfermo, de 1901.
Fórcola Ediciones también rescató el pasado año en ¿Qué es la historia?, un conjunto de textos de José Martínez Ruiz, muchos de ellos inéditos en formato libro y publicados por primera vez, que permanecían olvidados en la hemeroteca y que ha rescatado Francisco Fuster. La misma editorial prepara una antología de sus cuentos y la editorial Renacimiento, una antología de los textos de Azorín durante la II República en varios volúmenes
El Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante tampoco se ha quedado atrás y acaba de recuperar este año en su colección Norte Crítico dos libros con todas las crónicas de Azorín sobre Pío Baroja -Ante Baroja- y una selección de sus colaboraciones en la prensa argentina -Cien artículos de Azorín en La Prensa-, editados, respectivamente, por Francisco Fuster y por Verónica Zumárraga.
Casi medio siglo después de su muerte, José Martínez Ruiz Azorín (Monóvar, 1873-1967) está más vivo que nunca y dos de sus ensayos más conocidos: -Castilla (1912) y Los pueblos (1905)- viajan a Oriente para ser traducidos por primera vez al chino, proceso que está llevando a cabo una editorial de este país y que prevé publicarse en breve.
La lectura de Azorín en chino se suma a los cerca de una docena de idiomas a los que han sido traducidas las obras de este ilustre alicantino escritor, periodista y dramaturgo perteneciente a la Generación del 98.
Varias de sus novelas y ensayos han sido ya trasladados al alemán, italiano, francés, holandés o japonés pero, lejos de decrecer el interés por su obra en otros países, no dejan de incrementarse las peticiones para su traducción a otras lenguas, según señala José Payá, director de la Casa Museo de Azorín, propiedad de la Obra Social Caja Mediterráneo, que adquirió los derechos de autor de la obra del escritor en 1989, hasta el año 2047.
En los últimos años, La isla sin aurora (1958) ha sido traducida al italiano; Capricho (1943) y Superrealismo (1929) al francés; Doña Inés (1925) al griego, Visión de España (1941) al serbio y El enfermo y Agenda, al valenciano.
"Su obra se ha llevado a idiomas que ni él mismo habría pensado nunca que se traduciría", apunta Payá, y ello obedece a que "empieza a interesar al gran público y por eso empieza a ser traducido". "Lejos de ser una figura que se va apagando, está cobrando una vitalidad única con respecto a otros de sus compañeros de la Generación del 98", añade el director de la Casa Museo del autor monovero, desde donde se han alentado publicaciones y traducciones de sus obras.
Aunque Payá señala que Azorín nunca ha perdido su perspectiva de escritor universal, su obra ha ido ganando terreno en países e idiomas inéditos hasta ahora. "No sé si será el autor alicantino más traducido, pero sí uno de los primeros y con visos de ir a más en el futuro", indica. Comparada su obra con la de Miguel Hernández, por ejemplo, es mucho mayor la de Azorín, quien escribió más de 140 libros, cerca de 6.000 artículos periodísticos y más de 400 cuentos.
Son varios los motivos que influyen en esta vitalidad que adopta su obra, en primer lugar, desde la adquisición de los derechos de la Obra Social Caja Mediterráneo, "fundamental" para impulsar a partir de 1989 las publicaciones de un autor del que, sin embargo, el primer centenario de su nacimiento fue celebrado de forma "gris" en 1973. A partir de los años 80 va ganando adeptos y resiste el fuego cruzado del análisis de sus textos como dramaturgo, periodista, ensayista, cuentista o novelista "porque su obra es apta para la relectura y permite diversas interpretaciones", añade Payá.
Las Cortes Valencianas declaran en 1998 el Año Azorín, fecha también clave para la revalorización de su figura, con el inicio de seminarios, congresos y exposiciones en su honor. Previamente, en 1996, el escritor Mario Vargas Llosa elige a Azorín para pronunciar su discurso de ingreso en la Real Academia Española "y se consigue con ello que muchos lectores de Vargas Llosa, que son millones, empiecen a simpatizar con la obra de Azorín".
Fruto de ello y del trabajo de profesores de las universidades de Alicante, Murcia y Valencia llevan a que "hoy se esté investigando a Azorín más que nunca. En 2012 se elaboraron más de un centenar de proyectos de investigación, entre tesinas, y tesis doctorales, sobre Azorín", apunta Payá, que añade que todo ello permite ahondar en otros aspectos del Azorín distinto al novelista, como el periodista, o su obra relacionada con el cine, aún pendiente de conclusión.
NUEVAS EDICIONES
La edición y reedición de textos de Azorín, otro ejemplo de la vitalidad de su escritura, no cesa. Alianza Editorial ha publicado recientemente nuevos ejemplares de Castilla y de La ruta de Don Quijote; acaba de realizarse una reedición de más de 20.000 ejemplares de El político en México y otra por Cátedra de su novela-dietario Diario de un enfermo, de 1901.
Fórcola Ediciones también rescató el pasado año en ¿Qué es la historia?, un conjunto de textos de José Martínez Ruiz, muchos de ellos inéditos en formato libro y publicados por primera vez, que permanecían olvidados en la hemeroteca y que ha rescatado Francisco Fuster. La misma editorial prepara una antología de sus cuentos y la editorial Renacimiento, una antología de los textos de Azorín durante la II República en varios volúmenes
El Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante tampoco se ha quedado atrás y acaba de recuperar este año en su colección Norte Crítico dos libros con todas las crónicas de Azorín sobre Pío Baroja -Ante Baroja- y una selección de sus colaboraciones en la prensa argentina -Cien artículos de Azorín en La Prensa-, editados, respectivamente, por Francisco Fuster y por Verónica Zumárraga.
martes, abril 2
Azorín y Franco: ¿Una relación interesada?
En el archivo de RTVE, he rescatado tres documentos audiovisuales sobre el periodista y escritor alicantino
José Martínez Ruiz, Azorín. Todos ellos pertenecen al NODO, el boletín de noticias propagandístico del régimen, aunque son igualmente curiosos por ver al maestro por las calles de Madrid, con sus libros y su afición al cine.
Los vídeos nos hacen pensar nuevamente sobre la vinculación entre Azorín y el Franquismo. ¿Fue una relación interesada? ¿O fue Azorín, en su senectud, utilizado por el régimen para lavar su imagen después de la limpieza intelectual al término de la guerra?
Hace ya unos años, en una entrevista que mantuve con Andrés Trapiello, ya le trasladé esta misma cuestión:
P: La censura paró muchos artículos de Azorín en la prensa...
R: La censura la sufrió todo el mundo, y no podemos decir que Azorín la sufriera especialmente. Yo diría que Azorín fue desde su más tierna edad un autor gubernamental, porque siempre estaba con el gobierno, con el poder. Yo nunca diría que la vida de Azorín periodista y como persona estuvo en peligro por su actividad profesional. El régimen de Franco tampoco le veía con muy buenos ojos, y de hecho nada más terminar la guerra publica "El novelista". Es un hombre oportunista. En el año 1942 dedica a alguien como Dionisio Ridruejo su libro. Porque Ridruejo emergió con la España de Franco. Siempre lo hizo por la persona que le podía favorecer.
P: Entonces usted cree que Azorín se vendió al régimen fascista para regresar del exilio...
R: Azorín, por ese espíritu gubernamental, se puso de parte de los sublevados. Intentó durante meses estar entre los dos bandos, pero él formaba parte de la tercera España, era un hombre de centro. Pero en ese momento no podías estar en el centro... Y en el momento que pudo se vino de Francia y se fue a Madrid. Acató lo que había, porque él solo podía vivir de los periódicos.
LA MUERTE DE AZORÍN
HOMENAJE A AZORÍN EN MADRID
ENTREGA LIBRO "MADRID" A FRANCO
Todos estos vídeos también los puedes consultar en RTVE. PINCHA AQUÍ
José Martínez Ruiz, Azorín. Todos ellos pertenecen al NODO, el boletín de noticias propagandístico del régimen, aunque son igualmente curiosos por ver al maestro por las calles de Madrid, con sus libros y su afición al cine.
Los vídeos nos hacen pensar nuevamente sobre la vinculación entre Azorín y el Franquismo. ¿Fue una relación interesada? ¿O fue Azorín, en su senectud, utilizado por el régimen para lavar su imagen después de la limpieza intelectual al término de la guerra?
Hace ya unos años, en una entrevista que mantuve con Andrés Trapiello, ya le trasladé esta misma cuestión:
P: La censura paró muchos artículos de Azorín en la prensa...
R: La censura la sufrió todo el mundo, y no podemos decir que Azorín la sufriera especialmente. Yo diría que Azorín fue desde su más tierna edad un autor gubernamental, porque siempre estaba con el gobierno, con el poder. Yo nunca diría que la vida de Azorín periodista y como persona estuvo en peligro por su actividad profesional. El régimen de Franco tampoco le veía con muy buenos ojos, y de hecho nada más terminar la guerra publica "El novelista". Es un hombre oportunista. En el año 1942 dedica a alguien como Dionisio Ridruejo su libro. Porque Ridruejo emergió con la España de Franco. Siempre lo hizo por la persona que le podía favorecer.
P: Entonces usted cree que Azorín se vendió al régimen fascista para regresar del exilio...
R: Azorín, por ese espíritu gubernamental, se puso de parte de los sublevados. Intentó durante meses estar entre los dos bandos, pero él formaba parte de la tercera España, era un hombre de centro. Pero en ese momento no podías estar en el centro... Y en el momento que pudo se vino de Francia y se fue a Madrid. Acató lo que había, porque él solo podía vivir de los periódicos.
LA MUERTE DE AZORÍN
HOMENAJE A AZORÍN EN MADRID
ENTREGA LIBRO "MADRID" A FRANCO
Todos estos vídeos también los puedes consultar en RTVE. PINCHA AQUÍ
Azorín: "Por la izquierda se va a la anarquía; y por la derecha, a la esterilidad"
Son apenas 40 segundos de una reflexión de Azorín, en su senectud, pero vale la pena echarle un vistazo.
lunes, abril 1
La investigación literaria, según Azorín
En Con permiso de los Cervantistas, en 1948, Azorín da su punto de vista sobre la investigación literaria.
Y lo hace abordando el caso de Astrana Marín, cuando éste trabaja sobre la biografía de Cervantes.
"Hay cierta expectación en el mundo cervántico: la vida de Cervantes va a ser agrandada. Luis Astrana Marín ha encontrado cantidad de documentos relativos a Cervantes. Luis Astrana Marín es un investigador infatigable. Quevedo y Lope deben mucho a su perseverancia: a su perseverancia e intuición.
En el caso de Cervantes, Astrana Marín ha sido investigador feliz en parajes en que otros investigadores -no tan curiosos, no tan perseverantes- han sido infortunados. Caso curioso, el de la investigación literaria. Parece, en ocasiones, que todo, en determinados parajes, está trillado y bien trillado; no habrá que buscar más: será inútil buscar más. Y, sin embargo, en estos mismos sitios ya rebuscados, ya esquilmados, ya improductivos, es donde el investigador realmente genial, un Astrana Marín, por ejemplo, encuentra documentos, no parvos, no esmirriados, sino a manta y curiosísimos. Y otras veces suele ocurrir lo del cuento de Edgardo Poe: no se rebusca en determinado sitio porque, verosímilmente, naturalmente, lógicamente -sobre todo lógicamente- no puede estar allí lo que se busca. Los policías del cuento de Poe, expertos y agudos, ¿cómo van a creer que el documento ansiado está en el sitio en que se halla, tan a la vista, tan a la mano, tan accesible a todos y por todos?".
Y lo hace abordando el caso de Astrana Marín, cuando éste trabaja sobre la biografía de Cervantes.
"Hay cierta expectación en el mundo cervántico: la vida de Cervantes va a ser agrandada. Luis Astrana Marín ha encontrado cantidad de documentos relativos a Cervantes. Luis Astrana Marín es un investigador infatigable. Quevedo y Lope deben mucho a su perseverancia: a su perseverancia e intuición.
En el caso de Cervantes, Astrana Marín ha sido investigador feliz en parajes en que otros investigadores -no tan curiosos, no tan perseverantes- han sido infortunados. Caso curioso, el de la investigación literaria. Parece, en ocasiones, que todo, en determinados parajes, está trillado y bien trillado; no habrá que buscar más: será inútil buscar más. Y, sin embargo, en estos mismos sitios ya rebuscados, ya esquilmados, ya improductivos, es donde el investigador realmente genial, un Astrana Marín, por ejemplo, encuentra documentos, no parvos, no esmirriados, sino a manta y curiosísimos. Y otras veces suele ocurrir lo del cuento de Edgardo Poe: no se rebusca en determinado sitio porque, verosímilmente, naturalmente, lógicamente -sobre todo lógicamente- no puede estar allí lo que se busca. Los policías del cuento de Poe, expertos y agudos, ¿cómo van a creer que el documento ansiado está en el sitio en que se halla, tan a la vista, tan a la mano, tan accesible a todos y por todos?".
sábado, marzo 30
Azorín: "Los gazpachos manchegos son siempre plural, y el gazpacho andaluz es siempre singular"
En El buen Sancho, 1954, Azorín reflexiona sobre los gazpachos manchegos y los gazpachos andaluces. Concretamente, en el capítulo "Se vuelven las tornas", escribe:
"Los galianos, o sea, gazpachos, son suculentos. No hay que confundir estos gazpachos con el gazpacho. Los gazpachos manchegos son siempre plural y el gazpacho andaluz es siempre singular. Los gazpachos manchegos se cocinan con pizcas de tortas delgadísimas, tortas amasadas sin levadura, cocidas entre dos fuegos, sobre las anchas losas del hogar. Pueden ser viudos, o sea, con sólo vegetales, o pueden estar apedreados con pedazos de jamón o trozos de averío. Estos galianos de la mesa de Sancho, galianos fastuosos, trascienden olor incitativo. Y allí está esperando también, en jarras de Talavera, un fresco y claro valdepeñas. Pero el doctor Recio no come. No ha hecho más que llevarse a la boca un trocito de la pringada torta de los gazpachos. Y tampoco prueba los subsiguientes platos".
En Con permiso de los Cervantistas, en 1948, Azorín dedica un capítulo íntegro a los "Gazpachos", y escribe:
"Hay que distinguir entre gazpachos montaraces y gazpachos caseros, entre gazpachos ricos y gazpachos pobres, más propiamente llamados gazpachos 'viudos'. Los 'ricos' son con pollo, o perdices, o conejo, o liebre; los 'viudos' son con collejas. Y, como sucede con el arroz, los exquisitos son los pobres; en el arroz, los arroces pobres de patatas, o de garbanzos o de judías verdes.
Los gazpachos montaraces son los que guisan los pastores en el monte. Y para guisar los gazpachos se necesita, lo primero, el amasar unas tortas adecuadas. Se amasan -amasan e hiñen- en una piel de cabra, que sirve de amasadera; lo que se amasa son dos tortas de un dedo de grosor; la masa ha de ser cenceña, es decir, sin levadura. Y cuando tengamos las dos tortas, las pondremos entre dos fuegos, con rescoldo por arriba y rescoldo por abajo. Y cuando se haya efectuado la cochura, sacudiremos las tortas para limpiarlas de ceniza, y desmenuzaremos una de ellas; la otra hemos de utilizarla como fuente en que se sirve el manjar. Con lo despizcado procederemos al guiso. En este punto dejamos de acompañar a los guisanderos; no tenemos conocimientos, digamos técnicos, para ir siguiendo todas las delicadas operaciones que los gazpachos requieren. Sí insistimos que en ningún restaurante, aun en los más fastuosos restaurantes de los contornos de la Magdalena, en París, podrían ofrecernos manjar más suculento y delicado que los gazpachos montaraces, y aun los caseros. No siempre nos será dable el comer los gazpachos en las quiebras de una montaña; contentémonos -y ya es mucho- con saborearlos, y saborearnos, en un comedor claro, con manteles limpios y grata compañía".
¿GAZPACHO O GAZPACHOS? ¿SINGULAR O PLURAL?
Lo explica Azorín:
"Sería curioso el escribir la historia de las aventuras de los gazpachos en los diccionarios. ¿Gazpacho o gazpachos? ¿Singular o plural? Los gazpachos son un guiso que nos sirve, como otros guisos, para determinar la idiosincracia de las regiones españolas. Cuando se dice en Madrid gazpachos, como se escribe en el Quijote, ¿qué es lo que el madrileño entiende por gazpachos? Y si en la Mancha y Levante se habla de gazpacho, ¿qué se entenderá por este concepto? ¿Servirá este otro vocablo para concretar el carácter de Cervantes? ¿No se inclinará Cervantes, por sólo ese vocablo, tanto a la Mancha como a Levante, países en que son populares los gazpachos? Hay matices en nuestro idioma que tal vez no han sido todavía bien estudiados; matices como éste de gazpachos y gazpacho, como los de cuidado y cuidados, como los de trabajo y trabajos, que entrañan una profunda psicología".
"Los galianos, o sea, gazpachos, son suculentos. No hay que confundir estos gazpachos con el gazpacho. Los gazpachos manchegos son siempre plural y el gazpacho andaluz es siempre singular. Los gazpachos manchegos se cocinan con pizcas de tortas delgadísimas, tortas amasadas sin levadura, cocidas entre dos fuegos, sobre las anchas losas del hogar. Pueden ser viudos, o sea, con sólo vegetales, o pueden estar apedreados con pedazos de jamón o trozos de averío. Estos galianos de la mesa de Sancho, galianos fastuosos, trascienden olor incitativo. Y allí está esperando también, en jarras de Talavera, un fresco y claro valdepeñas. Pero el doctor Recio no come. No ha hecho más que llevarse a la boca un trocito de la pringada torta de los gazpachos. Y tampoco prueba los subsiguientes platos".
En Con permiso de los Cervantistas, en 1948, Azorín dedica un capítulo íntegro a los "Gazpachos", y escribe:
"Hay que distinguir entre gazpachos montaraces y gazpachos caseros, entre gazpachos ricos y gazpachos pobres, más propiamente llamados gazpachos 'viudos'. Los 'ricos' son con pollo, o perdices, o conejo, o liebre; los 'viudos' son con collejas. Y, como sucede con el arroz, los exquisitos son los pobres; en el arroz, los arroces pobres de patatas, o de garbanzos o de judías verdes.
Los gazpachos montaraces son los que guisan los pastores en el monte. Y para guisar los gazpachos se necesita, lo primero, el amasar unas tortas adecuadas. Se amasan -amasan e hiñen- en una piel de cabra, que sirve de amasadera; lo que se amasa son dos tortas de un dedo de grosor; la masa ha de ser cenceña, es decir, sin levadura. Y cuando tengamos las dos tortas, las pondremos entre dos fuegos, con rescoldo por arriba y rescoldo por abajo. Y cuando se haya efectuado la cochura, sacudiremos las tortas para limpiarlas de ceniza, y desmenuzaremos una de ellas; la otra hemos de utilizarla como fuente en que se sirve el manjar. Con lo despizcado procederemos al guiso. En este punto dejamos de acompañar a los guisanderos; no tenemos conocimientos, digamos técnicos, para ir siguiendo todas las delicadas operaciones que los gazpachos requieren. Sí insistimos que en ningún restaurante, aun en los más fastuosos restaurantes de los contornos de la Magdalena, en París, podrían ofrecernos manjar más suculento y delicado que los gazpachos montaraces, y aun los caseros. No siempre nos será dable el comer los gazpachos en las quiebras de una montaña; contentémonos -y ya es mucho- con saborearlos, y saborearnos, en un comedor claro, con manteles limpios y grata compañía".
¿GAZPACHO O GAZPACHOS? ¿SINGULAR O PLURAL?
Lo explica Azorín:
"Sería curioso el escribir la historia de las aventuras de los gazpachos en los diccionarios. ¿Gazpacho o gazpachos? ¿Singular o plural? Los gazpachos son un guiso que nos sirve, como otros guisos, para determinar la idiosincracia de las regiones españolas. Cuando se dice en Madrid gazpachos, como se escribe en el Quijote, ¿qué es lo que el madrileño entiende por gazpachos? Y si en la Mancha y Levante se habla de gazpacho, ¿qué se entenderá por este concepto? ¿Servirá este otro vocablo para concretar el carácter de Cervantes? ¿No se inclinará Cervantes, por sólo ese vocablo, tanto a la Mancha como a Levante, países en que son populares los gazpachos? Hay matices en nuestro idioma que tal vez no han sido todavía bien estudiados; matices como éste de gazpachos y gazpacho, como los de cuidado y cuidados, como los de trabajo y trabajos, que entrañan una profunda psicología".
jueves, marzo 28
Azorín, Pío Baroja y los gazpachos
En una ocasión, Pío Baroja visitó Monóvar, y la madre de Azorín le obsequió con un riquísimo plato de gazpachos. Y dicen que cuando acabó el plato, Baroja afirmó: "Esto es comida de tigres".
La familia de Azorín asegura que aquello fue cierto, tan cierto como que Baroja acabó repitiendo el plato de gazpachos.
Un buen lugar para tomar estos gazpachos monoveros, regado con un buen vino de la tierra, son las bodegas de Salvador Poveda en Monóvar.
La familia de Azorín asegura que aquello fue cierto, tan cierto como que Baroja acabó repitiendo el plato de gazpachos.
Un buen lugar para tomar estos gazpachos monoveros, regado con un buen vino de la tierra, son las bodegas de Salvador Poveda en Monóvar.
jueves, febrero 28
Anecdotario de Azorín (sobre el Cine)
Azorín, entre 1952 y 1954, aseguró haber visto 600 películas. "Frecuento cines populares", decía. "Los de lujo no los conozco. Cines de sesión doble. He visto en tres años más de 600 películas; algunas, deliberadamente o por las circunstancias, las he visto dos, tres o más veces".
Más tarde la pasión cinéfila de Azorín decayó un poco, en parte porque un día de hielos, yendo el maestro precisamente al cine, resbaló y casi se parte en dos. Por el terrible tropezón, Azorín salió en todos los periódicos, metido en cama, demacrado y quebradizo.
Azorín volvió a salir en los periódicos cuando un amigo suyo, Pérez Ferrero, quien en ocasiones le acompañaba al cine, promovió entre los propietarios de salas de exhibición la iniciativa para que el maestro tuviera siempre una butaca disponible y gratuita. Y se la dieron, por lo que Azorín no tenía que hacer el trámite de la cola.
Como escribe Andrés Trapiello, "Azorín jamás se durmió en un cine, ni se salió de una película, ni comió cacahuetes, ni cometió actos impuros. Baroja jamás pudo entender esa manía de su amigo, no la de cometer actos impuros, sino la de ir cada día al cine. Pero iba, y lo miraba todo con gran circunspección y suspendimiento. Azorín fue un espectador curioso".
Se conoce también poco que Azorín fue quien acuñó el término de "séptimo arte", cuando aludimos al cine. Y también es muy famoso el retrato del maestro con Sara Montiel, cuando la actriz visitó al escritor.
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