miércoles, abril 19

La relación Mario Vargas LLosa-Azorín

Mario Vargas Llosa en su visita al Museo Azorín de Monóvar en 1993

En 1905, con motivo del III centenario de nuestra obra más universal, El Quijote, el director del diario El Imparcial y padre de nuestro filósofo más influyente, José Ortega Munilla, encargó al escritor de Monóvar José Martínez Ruiz, Azorín, una serie de escritos y le dio instrucciones sobre el viaje que tendría que emprender por la Mancha.

Tras sugerirle la ruta a seguir, abrió un cajón, sacó un revólver y lo puso en manos del reportero: “No lo extrañe usted, no sabemos lo que puede pasar. Va usted a viajar solo por campos y montañas. Y ahí tiene usted ese chisme, por lo que pueda tronar”.

Cien años después, junto al IV centenario de la novela más conocida de Cervantes, celebramos la publicación de La Ruta de Don Quijote. Una recopilación de artículos y crónicas escritas por Azorín para el periódico de la familia Gasset, sin hacer uso del arma prestada, sobre los pueblos y paisajes protagonistas de las andanzas del caballero Alonso Quijano y su escudero Sancho Panza.

En todo este tiempo, sobre halagos en torno a la obra azoriniana, se han agolpado unos tantos. Entre ellos, cabe destacar el del premio Cervantes, Mario Vargas Llosa, cuando incluyó una disertación en su discurso de ingreso en la Real Academia Española en 1996 que dice: “La Ruta de don Quijote, de Azorín, es uno de los más hechiceros libros que he leído. Aunque hubiera sido el único que escribió, él sólo bastaría para hacer de Azorín uno de los más elegantes artesanos de nuestra lengua”.

Era el primer libro que leía el autor peruano sobre el periodista y escritor monovero y, desde entonces, siempre guarda un libro de Azorín en su mesilla de noche según reconoció el autor de La ciudad y los perros en su visita a Monóvar en 1993.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vargas Llosa aprendió parte de su magia gracias a Azorín. Seguro que en Monóvar - su ciudad natal -, revivió su amor por el autor de Castilla. Es posible que no tengan la misma vitalidad ante la vida pero sí compartieron toda una vida dedicados a lo que más les gusta y, al mismo tiempo, les hace sufrir: la Literatura con mayúsculas. Felicidades por tus artículos tan limpios y plenos de entusiasmo. Un lector emocionado amante de Azorín y Vargas.